Con el actual rimo de vida el estrés se ha convertido en ese compañero que nos sigue a todas partes. Se trata de un estado mental y físico que surge como respuesta natural del cuerpo ante situaciones que suponen un desafío para nosotros, y que puede causar efectos adversos en nuestra salud.

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Gran parte de este impacto está directamente relacionado con una hormona clave: el cortisol.

Desde Magas hablamos con la doctora Marián Rojas-Estapé sobre este mal que sufre gran parte de la población.

La médico psiquiatra más top del momento ha publicado dos libros que se han convertido en superventas, Cómo hacer que te pasen cosas buenas, (Espasa, 2018) y Encuentra tu persona vitamina (Espasa, 2021)

"Padecemos 'intoxicación de cortisol' y esto provoca dolencias en todo nuestro cuerpo. El cortisol es la hormona del estrés que se activa en nuestro organismo ante los momentos de miedo, cuando sentimos que nuestra supervivencia está en juego y en momentos de alerta. Pero la clave de esto, es entender que el cortisol es una hormona que se activa tanto ante las cosas reales que nos suceden, como ante los estados de alerta que se producen en nuestra mente, ante las preocupaciones, las cosas que interpretamos como peligrosas, los miedos del futuro, los fantasmas del pasado, es decir, nuestra mente y nuestro cuerpo no distinguen lo real de lo imaginario", asegura Marián.

Y continúa: "Éste es un mensaje muy importante y potente que estoy intentando transmitir y compartir en los últimos años. El 90% de las cosas que nos preocupan, jamás suceden. Y entonces llegamos a lo que yo denomino de forma coloquial ‘estados de intoxicación de cortisol’, en los que esta hormona está demasiado alta y tiene su reflejo en diferentes partes de nuestro cuerpo".

"Entonces esta intoxicación de cortisol genera cambios a diferentes niveles: a nivel físico, a nivel psicológico y a nivel de conducta. A nivel físico ocurre desde pérdida de pelo, hasta cambios en la pato gastrointestinal, interacción con otras hormonas, sensación de presión en el pecho, falta de aire, repercusión en la piel… A nivel psicológico, produce estados de irritabilidad, de miedo, de interpretación de forma negativa de todo aquello que nos sucede. Incluso problemas de sueño, estados de tristeza mantenidos y finalmente, nos lleva al aislamiento", afirma.

"La pandemia fue un momento de intoxicación de cortisol a lo bestia, es decir, noticias constantes sobre muerte, enfermedad, aislamiento, incertidumbre y muchas veces alejados de las personas que nos sanan o que nos curan. Ha sido un momento muy complicado de gestionar, ya que constantemente teníamos un cúmulo de información negativa", concluye.

¿Cómo podemos acabar con el cortisol?

Es que no hay que acabar con el cortisol. El cortisol es una hormona cíclica, tiene que ser bajita por la noche para que se active la melatonina y podamos entrar en el sueño. Y luego, ya durante la noche va subiendo hasta las ocho, que tiene su pico más alto. Lo suyo, es conseguir un estado de equilibrio, pero es muy difícil porque estamos constantemente en movimiento, y nos suceden cosas.

Para mí la clave, si tuviera que decir desde un punto de vista psicológico, está en aprender a disfrutar de lo bueno que nos pasa y aprender a gestionar lo malo. Es decir, tener una correcta interpretación de las cosas que nos suceden muchas veces por nuestras heridas, por nuestro estado de alerta constante, por nuestros miedos, por nuestros fantasmas…

Somos incapaces de interpretar la realidad de forma adecuada. Nos cuesta relativizar, nos cuesta ver en las cosas que nos pasan, el valor que realmente tienen. Vivimos magnificando todo aquello que nos sucede e interpretamos ataques, sensaciones, todo en nuestra contra.

¿Y a nivel fisiológico?

A nivel fisiológico, deberíamos intentar que nuestro organismo viva de la forma más sana posible, conectando de forma adecuada con sus emociones. Si nosotros vivimos intoxicados de preocupaciones, con pensamientos negativos, con una voz interior que nos machaca, con una herida que no nos deja en paz, con un miedo que nos bloquea, pues todo eso tiene un impacto en nuestra salud. Y entonces nos inflamamos.

Los estados de estrés mantenidos, los estados de intoxicación por cortisol, nos inflaman con inflamación de bajo grado, pero que está presente en el 80-90% de las enfermedades crónicas, y que altera por supuesto, la microbiota, altera la piel, altera las hormonas y tiene alteraciones a nivel celular de forma muy potente.

Para acabar con el cortisol, hay que entender cómo funciona mi organismo, cómo funciona el cortisol, cómo funciono yo ante el modo alerta, lo que yo denomino el ‘esquema de personalidad’. Yo soy una persona de esta manera y ante el estrés, ante el miedo, ante el cortisol, me transformo en esta otra.

La persona obsesiva ante el estrés se convierte en una persona súper rumiantica. La persona impulsiva ante el estrés, puede tener picos de agresividad. La persona sensible ante el estrés se convierte en vulnerable y somatiza en el cuerpo o en la mente.

Y la clave es entender qué me sube el cortisol para aprender a gestionarlo, sabiendo que puede subir el cortisol algo del pasado, del presente o algo del futuro. Puede ser un pensamiento, un recuerdo, una persona, una herida, un bloqueo…

¿Qué nos puede ayudar a regular el cortisol?

El deporte que produce una sustancia que se llama BDNF (Factor neurotrófico derivado del cerebro) que se activa cuando hacemos ejercicio y potencia el sistema inmune, disminuye la inflamación, ayuda a regenerar mejores conexiones neuronales y tiene un efecto antidepresivo en el cerebro.

Otra cosa que ayuda, es educar mi voz interior. También aprender a gestionar las personas de mi entorno, el tipo de comida que inflama, que estresa, y que potencia. Frenar el consumo de estimulantes, drogas y cafés, regular el sueño, etc. 

Los efectos negativos en el cuerpo

El cortisol se produce por las glándulas suprarrenales en respuesta a situaciones estresantes o amenazantes. Si bien su liberación es esencial para la supervivencia, cuando el estrés se vuelve crónico o excesivo, los niveles de esta hormona pueden mantenerse elevados durante períodos prolongados y desencadenar una serie de efectos negativos en el cuerpo.

Sistema inmunológico

Uno de los efectos más notables del cortisol es su influencia en el sistema inmunológico. A corto plazo, el cortisol puede ayudar a suprimir respuestas inflamatorias en situaciones de emergencia. Sin embargo, la exposición prolongada al cortisol elevado puede debilitar el sistema inmunológico, haciéndonos más susceptibles a enfermedades e infecciones.

Desequilibrios metabólicos

El cortisol también desempeña un papel crucial en el metabolismo. En situaciones de estrés, el cuerpo puede movilizar energía rápidamente al aumentar los niveles de glucosa en sangre. Sin embargo, cuando este mecanismo se activa con frecuencia debido al estrés crónico, puede llevar a problemas como la resistencia a la insulina, el aumento de peso y la acumulación de grasa abdominal.

Salud mental

Numerosas investigaciones han asociado el vínculo entre el estrés crónico y los niveles elevados de cortisol con trastornos como la ansiedad, la depresión y la falta de concentración. Además, el cortisol puede afectar el equilibrio de neurotransmisores en el cerebro, contribuyendo a la alteración del estado de ánimo.

Envejecimiento prematuro

También se ha demostrado que el cortisol juega un papel determinante en el proceso de envejecimiento celular, lo que lleva a la degeneración de tejidos y órganos. Además, los altos niveles de esta hormona pueden afectar la producción de colágeno y elastina, proteínas esenciales para mantener la piel joven y firme.

Gestión del estrés

Si bien el cortisol puede tener efectos perjudiciales en la salud, existen estrategias efectivas para gestionar el estrés y mantener los niveles de cortisol en equilibrio. La práctica regular de ejercicios, la meditación, el yoga y una dieta equilibrada son formas probadas de reducir el estrés y controlar la liberación excesiva de cortisol.

El cortisol, esa hormona que nos prepara para lidiar con situaciones exigentes, puede convertirse en un arma de doble filo si no se mantiene en equilibrio. Sus efectos en el sistema inmunológico, el metabolismo, la salud mental y el envejecimiento hacen que comprender y gestionar el estrés sea esencial para preservar nuestra salud. Al adoptar un enfoque consciente hacia el manejo del estrés, podemos minimizar los impactos negativos del cortisol y mantener nuestro bienestar en óptimas condiciones