Caterina de la Portilla

Caterina de la Portilla Cedida

Protagonistas

Caterina de la Portilla, arquitecta: "Tuve que cambiar mucho porque salí de la carrera centrada en mi ego"

Hablamos con la autora de Como vivir de la arquitectura (Arpa Práctica, 2023).

18 octubre, 2023 02:17

Al salir de la universidad, todos pensamos que nos vamos a comer el mundo. Salimos con muchas ganas de trabajar y de triunfar, pero poco a poco nuestros ánimos se van mermando cuando comprobamos la realidad del mercado laboral. Los planes de estudio están desactualizados y, en muchas ocasiones, nos vemos sobrepasados por unas exigencias laborales que no podemos cumplir.

[El ladrillo que cambiará la construcción: levanta paredes más rápido sin utilizar hormigón]

Caterina de la Portilla, arquitecta, se dio cuenta de esto con tan solo 25 años y trabajando para un gran estudio en Nueva York. A pesar de tener un ‘trabajo soñado’, se dio cuenta de que no era feliz y de qué la arquitectura necesitaba dar un giro de 360º. Por ello se mudó a Canarias, abrió su propio estudio, escribió el libro Como vivir de la arquitectura (Arpa Práctica, 2023), y fundó una institución de arquitectos que replantea el oficio del arquitecto en la era digital.

Desde Magas hemos tenido la oportunidad de hablar con ella sobre la arquitectura del siglo 21, expectativas laborales y conciliación.

¿De dónde viene tu pasión por ser arquitecta? ¿Cuándo decidiste que era a lo que te querías dedicar?

Yo siempre he sido como la niña que está haciendo cabañas en el árbol, construyendo cosas… Era superfanática de Art Attack. Y recuerdo que unas navidades mi padre me regaló un lego de un castillo gigante, y fue cuando él empezó a ver que me encantaba estar todo el día montando cosas. Entonces me dijo: '¿Sabes que hay un trabajo que consiste en hacer lo mismo no?' Y ahí descubrí que existía la profesión de arquitecta y que me quería dedicar a ello.

¿Cómo te imaginabas que iba a ser tu futuro como arquitecta cuando empezaste en la carrera?

Cuando empecé en la carrera realmente yo estaba muy perdida. De hecho de los tres primeros cursos a penas me acuerdo. O sea, de hecho, primero, segundo y tercer curso era como ni me acuerdo.

Fue en tercero cuando di con un par de profesiones que de verdad me enseñaron a disfrutar de la arquitectura. A partir de ahí comencé a involucrarme mucho más, y ya en quinto con el trabajo de fin de carrera yo pensaba que me iba a comer el mundo, que el premio Pritzker estaba en la puerta, que iba a conseguir trabajo fijo.

¿Con qué dificultades te encontraste cuando saliste al mercado laboral?

Venimos de una época en la que está la titulitis y la idea de que tienes que ir a la universidad para ser alguien, etc. Y claro, yo entré dentro de ese rebaño de personas y, como muchos, salimos después y nos dimos cuenta de que hay un montón de arquitectos, seguramente muchos más de los que hacen realmente falta.

Además, los planes de estudio están muy desactualizados, no enseñan cosas que son muy útiles hoy en día como conseguir clientes, marketing… Esas cosas. Entonces, claro, me encontré con un panorama muy difícil.

Me fui a Nueva York, Barcelona, Madrid… Di mil vueltas echando el currículum y no llegaba casi nada, y las pocas cosas que llegaban eran muy precarias. Pero al final tenía que empezar a trabajar y empecé a aceptar cosas.

Económicamente, no eran nada factibles, pero siempre tenía ese pensamiento de que era lo que tocaba, porque tenía que ganar experiencia, y esto era algo que me molestaba muchísimo. Al final yo venía de una familia de emprendedores y pensé: tengo que buscarme otra manera.

Y emprendiste. Abriste tu propio estudio, ¿no? 

Sí, a los 25 años, por fin estaba trabajando de arquitecta en Nueva York, pero toqué fondo, renuncié a ese trabajo y me volví a Canarias. Ahí fue cuando yo dije 'voy a abrir mi propio estudio porque si en Manhattan, que es como el sueño de cualquier persona, no estoy encontrando una manera de vivir, de esto de forma digna, no lo voy a encontrar en ningún sitio, me lo tengo que buscar por mi cuenta'.

Y me lancé a abrir mi propio estudio. Al principio, pues no fue bien, porque abres una página web, tarjetas de visita, perfil de Instagram, por supuesto, nada de eso sirve de nada si no tienes una estrategia de cómo tienes que hacer algo. Yo no sabía nada de esto.

Caterina de la Portilla

Caterina de la Portilla Cedida

Entonces yo y mi socio, estuvimos a lo mejor un año y pico dándonos de cabezazos contra la pared, cogiendo proyectos pequeños, pero nada continuo ni estable. Mi socio se marchó porque ya no era sostenible y a partir de ese momento dije, yo tengo que saber cómo conseguir clientes, tiene que haber alguna manera, algún método, tiene que haber formas, tiene que haber maneras.

Y ahí fue cuando empecé, a través de mi propia necesidad, pues a buscarme las castañas y a desarrollar la metodología que explico en mi libro.

¿Has tenido que renunciar a tu parte creativa para que tu trabajo fuese rentable?

Yo tuve que hacer una transformación muy grande porque salí de la carrera muy centrada en mi ego y en lo que yo quería hacer, en mi vocación, en mi creatividad, etc. Cuando me encontré con que, a pesar de saber que yo era arquitecta, ni mis amigos ni mi familia me llamaba… sentí que nadie me necesitaba. Empecé a sentir un vacío existencial que tiene que ver con la falta de utilidad, de no ser útil para nadie.

Ahí tuve que hacer clic y entendí que la arquitectura es un servicio, servicio quiere decir servir a los demás, haciendo claro algo con lo que yo me sienta bien, no a costa mía, pero es un servicio a lo otro. De hecho es una paradoja, porque yo al principio pensaba que si solo me centraba en el otro me iba a olvidar de mí e iba a dejar de ser íntegra con mis valores, mis vidas, mi arte, arte y mi creatividad.

Pero es que la paradoja es que cuando yo renuncio a mis cosas, y me entrego a servir a los demás y a ser útil para otra persona, conecto con mi vocación.

¿Cuáles han sido tus últimos proyectos?

Lo último que he venido haciendo es un proyecto en canarias. Hay muchas personas del norte de Europa que tienen inviernos horribles, oscuros, asquerosos, y es esa la temporada alta en Canarias, que es el lugar con el mejor clima del mundo. Me encontré con que había muchas personas que venían a Canarias a pasar temporadas y repiten año tras año.

Empecé a detectar una necesidad porque al final querían tener un activo inmobiliario en el que ellos pudiesen pasar una parte del año y rentabilizarla cuando ellos no estén. Entonces, básicamente ese es el trabajo que yo hago, comprar inmuebles que están deteriorados y hacer las reformas. Ahí está mi labor como arquitecta pura y dura.

Caterina de la Portilla

Caterina de la Portilla Cedida

Pero una de las claves que yo pienso, es que el servicio de arquitectura debería complementarse con otras soluciones, como por ejemplo, vale, te ayudo a encontrar la casa, no solo te hago la reforma, sino que te ayudo a encontrarla. Te ayuda a detectar cuál es la vivienda que está en el mercado, con el mayor potencial, la más rentable, etcétera.

También te ayudo a gestionar después, por ejemplo, con una empresa de gestión, como Booking, que te ayude a generarse rentabilidad. De esta forma se complementa el servicio. Ahora hace seis meses que fui madre y hace como un año y medio que no cojo proyectos, porque me he centrado en mi libro Cómo vivir de la arquitectura.

También ha fundado la institución 'Líderes para la Arquitectura'. ¿En qué consiste ese proyecto?

Líderes para la Arquitectura es esta institución global, es como un Colegio Mundial de arquitectos, algo así como un conjunto profesional de la arquitectura que ha ido cogiendo cada vez más espacio, y cada vez somos más en la comunidad.

Somos una institución que ofrece programas formativos de metodología de negocio que no te enseñan en la carrera, pero después también servicios adicionales que te ayudan en tu día a día profesional. Es una institución no solo de formación, sino también de servicios profesionales.

Desde mi punto de vista, hacemos lo que el Colegio de Arquitectos debería hacer, pero no hace porque no se ha terminado actualizar tampoco.

Somos una institución que ofrece programas formativos de metodología de negocio que no te enseñan en la carrera, pero después también servicios adicionales que te ayudan en tu día a día profesional.

Por ejemplo, imagínate que tú eres una arquitecta y vas a abrir tu estudio y necesitas hacerte una página web, pues nosotros te ofrecemos también plantillas web. Entonces te ayudamos con todo lo que tenga que ver con el desarrollo profesional.

Imagínate, como arquitecta tienes una duda sobre algo legal o una cuestión de orden urbanística, pues puedes consultar con nuestra bolsa de expertos si eres miembro. Es una institución no solo de formación, sino también de servicios profesionales.

Además de arquitecta y emprendedora, también eres madre. ¿Es fácil la conciliación en el mundo de la arquitectura?

Para conciliar creo que la clave es delegar. Primero armar una estrategia de negocio lo suficientemente rentable con clientes para tú empezar a formar un equipo. Porque la idea no es que tú no acabes haciendo todo, porque eso es una esclavitud. Hay que tratar de montar una independencia profesional.

Ir creando poquito a poco. Cuando fui madre todo eso ya lo había conseguido bastante con mi estudio, y tuve suerte porque también comencé con el proyecto de Líderes para la Arquitectura, pero esta profesión es muy difícil para la conciliación. De hecho, yo renuncié a mi trabajo en Nueva York porque quería ser madre.

¿Cómo piensas que ha cambiado la arquitectura en la era digital en la que vivimos? Por ejemplo, ahora mucha gente teletrabaja y la construcción de edificios para oficinas habrá disminuido…

Totalmente. De hecho, varias varios arquitectos de la comunidad han acabado desarrollando líneas de negocio en ese sentido de crear espacios de trabajo, de concentración y productividad dentro de los hogares. Porque al final uno improvisa en la mesa del comedor, y es importante contar con un buen lugar de trabajo. Por otro lado, yo creo que a ver, la que se viene el día con la inteligencia artificial, da miedo, pero es muy interesante.

Estamos utilizando la inteligencia artificial y la generación de imágenes para enseñar y trabajar con el cliente in situ en una misma reunión. Ahora ya no es necesario una primera reunión, meterme en mi estudio a producir, y volver a reunirme… ahorramos mucho tiempo. Podemos empezar a sacar ideas, bocetos y el cliente lo va viendo en el momento. Son herramientas que considero que ayudan mucho.

¿Cuáles son los principales problemas que ves tú en la arquitectura actual y cómo ves el futuro de la profesión?

Los problemas vienen de que tratamos de ser arquitectos del siglo 20. Y ya no estamos en el siglo 20. Nuestro perfil profesional, que forma parte de las profesiones tradicionales, como el periodismo, la abogacía o la medicina, se tienen que actualizar. ¿Y eso qué significa? Pues que somos personas en un mundo global. O sea, ya no puedo pretender abrir mi estudio, colgar el cartel en la puerta y esperar a que venga la gente, y pretender destacar yo entre cientos de miles de personas que también ofrecen lo mismo a mi alrededor.

Vivimos en un mundo superconectado, global, y eso trae unas consecuencias y oportunidades. Tenemos que tender a ser un arquitecto del siglo 21. ¿Esto que quiere decir? Pues que tenemos que saber movernos en un entorno digital, saber cómo armar una estrategia de negocio, saber que lo más importante para desarrollar su profesión es conseguir clientes porque es la gasolina del coche. Si no hay gasolina no vas a desarrollar tu creatividad.

Destacar la importancia de colaborar con otros profesionales, no vernos entre nosotros como competencia. Otra clave es la especialización. Uno de los problemas que hemos tenido es que somos artistas totales. Sabemos hacer mucho de todo, y poco de nada. Al final acabamos siendo generalistas, y los clientes perciben a todos como iguales.

Por eso la importancia de la especialización. Porque al final queremos enviar un mensaje muy relevante en un mercado en el que ahora mismo hay mucho ruido. El futuro es súper entusiasmante, trae consigo retos, y es nuestra oportunidad para redefinir cada uno en su camino individual, lo que quiere hacer con su carrera. Me gustaría transmitir este mensaje de entusiasmo, de posibilidades, de compartir, de colaborar en la comunidad.