Entrevista

María
León

Sesión de fotos en el plato de EL ESPAÑOL a Maria León

“Mi hermano Paco me presentó al único amor que no me he arrepentido de vivir”

De camino a los estudios fotográficos de MagasIN, en la sede de EL ESPAÑOL de la Avenida de Burgos, se escucha a Shakira cantando en la radio del taxi, y de sobra es conocido que lo que canta es que está mejor ahora que antes. Casualmente, al entrar en el estudio, María León está posando de espaldas y dice algo parecido. “Ayer por la noche lo comentaba en casa, pues sí... estoy mejor que nunca, y qué suerte y qué bien. Porque cuando estamos bien, hay que decirlo, ¿no te parece? Hay gente que sólo te llama cuando está mal”.

Se gira, dándole un pequeño efecto teatral a la vuelta. Estar de frente después de estar de espaldas es como estar bien después de estar mal. Lleva puesto un traje blanco con un escote vertical que parece una V mayúscula, como de una victoria alargada. Sophie, la jefa de estilismo de magasIN repasa un pliegue del talle, ajustándolo y haciendo parecer que aquellas dos piezas hubieran sido pensadas para este justo momento. Rebeca, la maquilladora de las estrellas, se acerca y le termina de subrayar los ojos a María León, muy llamativos, como quien marca con un rotulador un suceso clave en un guión.

No es sólo el estreno de la serie El Hijo Zurdo en Movistar+ lo que nos ocupa hoy, un relato oscuro pero inspirador que acaba de ganar el premio a mejor miniserie de Cannes. En la mirada de María León está todo lo demás que llega: vuelve a trabajar en Cerrar los ojos con Víctor Erice [tras treinta años], aparece en Mentiras pasajeras , la nueva serie de El Deseo [la productora de Agustín y Pedro Almodóvar], acaba de rodar con Félix Sabroso, la veremos siendo la prima de Elena Anaya [y extrañamente, se parecen] en Noche de chicas,...

“Pues eso [sonríe ampliamente, mientras se revuelve el pelo, y comenta sobre una libreta con las tapas amarillas, y mira hacia arriba en una pose conocida, y resume en una interjección su declaración de intenciones], que yo estoy en un momento en el que tengo que celebrar mucho. Todos sabemos que no es fácil hacer un trabajo como el de actriz y trabajar tanto. Ir al festival de Cannes con la serie, imagínate qué oportunidad, ver otros trabajos y mostrar el nuestro. Este trabajo es duro, pero tiene recompensas bonitas”. Aclaración: no están en esta sesión su hermano Paco ni su madre, Carmina, ni Carmen Machi, ni otros habituales mediáticos rostros de su grupo, pero la sobrevuelan en las respuestas, porque María León no es sólo María León, es también su clan.

Maria León con el look azul

¿Cuáles son esas recompensas?

La primera es el mensaje que puedes llevar al espectador. Luego, en la exposición pública, si sientes que tienen ganas de ti, que te abrazan con tu trabajo, que tienen ganas de tu historia, contada por ti, eso te da mucho power al cuerpo.

¿Qué es lo peor y lo mejor de la fama?

Pues mira. El otro día se me acercó un chico que no conocía y me dijo: 'Te debo mucho, María. No sabes la de ratos buenos que me has hecho pasar’. En general, yo voy por la calle y me siento querida. La gente me para y me dice '¿tú eres la hija de Carmina? ¿La hermana de Paco?'.

Luego, al estar tan expuesta, puede que te intenten hacer daño y eso trae parte de vulnerabilidad, pero yo intento ponerlo todo siempre en positivo. Para mí la fama tiene un 80 por ciento positivo y un 20 por ciento… no tanto.

El primer impacto al ver El Hijo Zurdo es su registro, y que el personaje parece no tener nada que ver con su personalidad.

Nada que ver. Esta serie tiene un texto exquisito, pero se buscan mucho los silencios. Porque María [se refiere a sí misma] a Lola [su personaje] lo único que hace es acompañarla. Le presto mi cuerpo, la acompaño emocionalmente.

Para mí su peso emocional era como llevar un abrigo de doscientos kilos en pleno verano en Sevilla. Y esa era mi responsabilidad: escucharlo, olerlo, intuirlo, y acompañarlo. La composición del personaje ha ido creciendo conmigo cada día, paso a paso, andando las dos juntas. Esa cosa tan estática, ese silencio tan eterno, esa boca cerrada… es un latido completamente diferente al mío.

¿No hay algo que reconociera en ella como propio? ¿Sería como las antípodas?

Sí. Sí. Es así. En las antípodas. Me gustaría decirte algo, pero no hay mucho. Lo único en lo que me podría gustar identificarme con Lola sería en la valentía. Siendo un personaje que empieza cobardemente, retirada de la vida por tristeza y carencia emocional, por no estar acompañada por la familia…

Y ella entra en una enfermedad por la cobardía. Pero la valentía de ella al decir ‘yo me tengo que curar’ sin que se lo diga un médico, sin que se lo diga nadie, autocurarse para ponerse bien… Defender el amor, eso sí. Eso sí soy yo.

Fotografía del reportaje a Maria León mirando a cámara

¿La capacidad de amar?

Eso es. Yo tengo una capacidad de amar enorme y por esa razón he sido muy valiente en muchos momentos. Y esa valentía es un acto de amor.

¿Se define entonces como una persona valiente?

Sí. Yo defiendo a mis personajes sacando una valentía que aún me sorprende. Por amor, por pasión, uno es valiente.

Fotografía del reportaje a Maria León mirando a cámara, otro tiro de cámara

¿Cómo ha creado el personaje?

No leí la novela. Hablé con Rafael y me dijo que era una preciosidad, pero que no tenía nada que ver con la adaptación. El personaje del libro tiene, parece ser, más lucha, más libertad y está más activa. En la serie vemos un personaje que empieza completamente muerto en vida, sin brillo, sin identidad…

Ha dicho ‘valiente’. ¿Qué otros adjetivos se aplica?

Soy muy pasional. A Luis Alegre, que le quiero mucho, le dije una palabra un día que no existe pero que me encanta. Yo me engolosino mucho, soy muy disfrutona. Y me salva la alegría. Soy alegre, como el apellido de Luis.

Para mí la risa es una defensa ante la vida. Y me salva a menudo. Lo de ser pasional en el trabajo me viene muy bien, pero en la vida personal no es tan gustoso como lo es en la interpretación. Dolores la Terremoto me definiría yo, con ese nombre [se ríe].

¿La risa es una cosa del clan León? ¿Es genético o lo habéis construido?

Un 50-50%. Porque genético sí que es verdad que lo tenemos, pero mi madre también nos lo ha enseñado, es una cosa muy andaluza, ¿no?

Lo vivimos muy a tope todo, tanto el drama como la alegría y sí que es verdad que a través de la risa, por lo menos, las cosas hacen menos daño. Es necesario reírse, en momentos muy dolorosos.

¿Por ejemplo?

En el entierro de mi tío Paco, que hizo de mi padre en Las Carminas. Cuando le despedimos, nos reímos mucho todo el tiempo. Pero yo creo que lo hacíamos un poco por él. Mi tío era así. Yo recuerdo que me miraba a los ojos y me decía ’tú no llores nunca, tú canta, cuando tengas ganas de llorar, canta’.

Hay que llorar, que también es sano, pero abrazando. De la tragedia más absoluta es de donde nace la risa más tremenda. Buenafuente dice una frase que me gusta: ‘La risa es nuestra única salida’.

Fotografía del reportaje a Maria León mirando a cámara, otro tiro de cámara

¿Una necesidad?

En la tripa, en el estómago está todo. ¿Cómo te quitas tú de ahí algo? Y a nosotros, en nuestro clan, como tú dices, lo primero que prevalece en el estómago es una carcajada. Y a raíz de ahí podemos llegar a llorar y a reír también.

¿Qué es una buena actriz [o un buen actor]?

La que sabe contar bien una historia. Yo he hecho mucha comedia, mucho drama y para cada cosa tengo una técnica diferente. En comedia, tienes que tener un timing muy activo, un ritmo muy fuerte, técnica pero a la vez mucho arrojo, es muy complicado hacer reír.

En drama, tienes que generar una empatía con el personaje y desglosarlo. Cuanto más capaz eres de desnudarte, de quedarte desnuda, por así decirlo, mejor podrás contar las historias. Una buena actriz se dedica a dar la veracidad y humanidad al papel, acompañarlo, quererlo y amarlo como se puede llegar a amar a una misma. Eso es difícil, acompañar a un personaje y no querer quitarle tú el protagonismo. No. El personaje es el protagonista. Tú estás para acompañarlo. Esa generosidad la tienen solo los buenos actores.

Fotografía del reportaje a Soraya con look de día mirando a cámara

¿Por qué eligió la interpretación?

Para mí fue Paco el que me dijo a lo que me tenía que dedicar. Mi hermano me lleva diez años, y me ha criado, me ha visto jugar... Con él he sido impertinente y le he quitado los materiales de la escuela cuando estudiaba.

A mí siempre me ha gustado bailar. Estaba obsesionada con la danza y el baile. Y él es bailarín, se sacó la carrera antes que yo, pero un día me cogió y me dijo ‘hermana, tienes que estudiar interpretación porque tengo la intuición de que es tu camino. De que eres una persona con la capacidad de contar historias”.

Y desde pequeña yo he querido ser artista. Yo decía ’si no soy artista, seré mujer bala, pero el espectáculo lo daré’. Yo decía ‘quiero que me vean y que la gente viva una emoción conmigo’. Desde pequeña no tuve esa clarividencia, pero da igual. No sabía si me gustaba cantar, bailar, actuar o disfrazarme. Gastaba muchas bromas y tenía una inventiva increíble.

¿Su hermano la marcó definitivamente?

Por suerte. Tuve un hermano mayor que me dio muy buena referencia y a diferencia del personaje de esta serie, Lola, tuve un espejo en el que poder mirarme.

Una referencia estupenda. Me ayudó mucho. Y todavía le doy las gracias. Porque Paco me presentó a uno de los grandes amores de mi vida, que es mi trabajo. El único amor que no me he arrepentido de vivirlo [se ríe y mira alrededor]. He llorado y he reído con mi trabajo, pero me da satisfacciones constantemente y me hace crecer.

¡Le fue muy bien desde el principio ese amor!

Sí. Tienes razón, mi primera película fue muy reconocida [La Voz Dormida, una historia de Dulce Chacón adaptada por Benito Zambrano, fue ganadora de un Goya]. Fue la suerte de tener un personaje como Pepita. Trabajar con Benito Zambrano, para mí fue una oportunidad maravillosa.

¿Y sabes por qué me salió? Por mi hermano Paco. Me dijo ‘¿Vas a hacer un casting con Benito? No te va a coger, dura meses y luego no te coge. Pero María, tómatelo como un seminario, aprovecha para aprender’. Y me lo tomé así, y aguanté hasta el final, como sin ninguna esperanza, porque ninguna actriz aguantó tres meses de casting, y al final me cogió. Y no me imaginaba que de allí iba a salir un camino así, que aquello me iba a llevar a un viaje tan largo e intenso como el que llega hasta hoy, hasta aquí.

Televisión
El hijo zurdo

Maria León

¿Y en la televisión?

He tenido tantas experiencias en tele... De todos los episódios de todas las series que hice, yo a veces hacía solo una frase. Me acuerdo de Hospital Central, que yo hacía de la novia de Ray, uno de los médicos más pro. En aquel capítulo, que era el doscientos creo, se juntaban todos los médicos, y estábamos en una boda. Entonces, había un accidente, y se tenían que ir todos los médicos a cubrir el accidente y entonces yo gritaba, vestida de boda: ‘¡¿Pero no hay más médicos en España?!’ [se ríe a carcajadas].

Luego en Cuenta Atrás me encerraron en un nicho en el cementerio de la Almudena. Llamé a mi madre, porque yo tengo claustrofobia y ella me dijo ‘Mari, ¿tú no querías ser artista? ¿Entonces de qué te quejas?’. Así que me metí en el nicho. Como esa, mil historias. Hice una sitcom con mi hermano, Aída, que es un género muy concreto, que se ha hecho en España sólo dos veces, con Aída y Siete vidas. Y trabajar con público haciendo tele es muy fuerte.

He hecho mucha comedia, menos drama… Le agradezco a Fale este personaje, es mi primer personaje tan dramático en una serie.

La serie comienza con una frase fuerte, en la que una madre explica que estuvo a punto de abandonar a su hijo.

Es muy dura. Pero es que la maternidad no viene con libro de instrucciones. Pero vamos, que en la realidad hay cosas peores que en la ficción. Nos tenemos que atrever más con la ficción.

Esto que hemos contado, un personaje femenino que no es una heroína, que es una madre que tiene posibilidades, que vive en un lugar en el que puede desarrollar socialmente herramientas… lo vemos crudo. Y es porque no podemos imaginar una mujer con esas características, que esté totalmente en una depresión.

¿Y por qué?

Cuando vemos a una mujer que bebe decimos que es una borracha, pero no entendemos el porqué. Estamos muy acostumbrados a juzgar y la ficción nos permite defender a personajes que son muy reales pero que la sociedad hace invisibles porque es doloroso reconocer que cualquiera de nosotros podría ser esa persona.

No queremos reconocer que los demás son vulnerables porque sería reconocer nuestra vulnerabilidad. En la ficción sí nos podemos permitir empatizar con la fragilidad, para eso sirve.

Tendríamos que acostumbrarnos a contar cosas más duras, porque de la realidad, de esa realidad, no hablamos.

Hay un momento tremendo en el que el personaje pregunta “¿cuánto es poco tiempo?”

Sí. Ella está despertando constantemente. Empieza a despertar cuando ve a su hijo probablemente muerto en el salón de su casa. Reacciona y sabe que tiene que hacer algo, pero no sabe el qué.

Me impresiona, como madre, esa honestidad. No porque seas madre tienes que saber cómo actuar con tus hijos. Su propio hijo le pone un espejo. Ella se diferencia de su entorno: en su casa, es la terca, la zurda, la diferencia. Y ella decidió anularse. El propio niño no sabe ni dónde está. No lo hace por unos ideales, lo hace por pertenecer a algo.

Es clave su amistad con otra mujer…

Sí. Es precioso cómo una mujer de otra clase social, en la que ella en un principio no confía, resulta ser el único personaje que le pregunta ‘¿cómo estás?’. Y le hace ver que da igual de la clase social que seas, a la hora de amar, el corazón late de la misma manera. Y se ayudan.

En el amor, somos todos iguales, independientemente de dónde hayamos nacido y las oportunidades que hayamos tenido. Mari ha tenido muchas menos oportunidades, pero ha sabido crear una relación de comunicación con su hijo.

Maria León

¿La música [indie sevillana] tiene una función?

La música es parte del ritmo de la serie, es tan importante como la interpretación mía y creo que Julio de la Rosa ha sabido elegir grupos sevillanos muy jóvenes todos, que no llevan ni tres años haciendo música.

Esa música ayuda a que el espectador siga avanzando, porque la música es el latido del corazón de la protagonista.

¿Es la otredad lo que nos da perspectiva?

Es que uno no puede ver su escenario como único. Son muchos los que existen, estamos todos aquí conviviendo y somos una sociedad en la que todos tenemos conflictos, problemas y carencias. Todos podemos equivocarnos.

Los que somos artistas, incluyéndote a ti, a los periodistas, al contar historias, hay una sensibilidad que te hace definirte. Cuando a la protagonista le preguntan ‘¿tú que haces?’, ella responde ‘yo no hago nada’. Es sorprendente que una mujer con esa edad no haga nada. Ella quiere ser escritora, y quiere ser ella misma, pero no ha podido.

¿Reivindica entonces El Hijo Zurdo las segundas oportunidades?

Es que tenemos toda la vida por delante [sonríe, esta vez sólo con los ojos]. Siempre se puede seguir y mi personaje se dará a sí misma otra oportunidad, y se la dará a su hijo, pero se la dará a ella primero. Rectificar es de sabios.

Aceptar qué es lo que uno ha hecho mal, lo que uno no ha sido capaz de hacer en un momento dado, y retomar desde ahí, esa es la inteligencia real. Poder equivocarte y darte una oportunidad. A diferencia de mucha gente que no quiere ni siquiera enterarse, para no dársela y decide verse a sí mismo a través de excusas.

¿Algo que nadie sabe de usted?

Es raro. Es que lo cuento todo. No tengo pelos en la lengua. Conté que recogí la concha sin bragas y me ha seguido quince años esa noticia. Lo hice como un acto de coger tierra.

Y eso es una virtud en mí, porque lo que veis es lo que hay. María lo cuenta todo. Cuando me he enamorado o todo lo contrario. Pa’ secretos, los personajes. Yo no tengo ninguno.

¿Está en su mejor momento entonces?

En esta profesión es difícil trabajar, pero lo realmente difícil es mantenerte. Llevo trece años en esto. El año pasado no tuve un día de descanso, por suerte. Tengo que estar contenta.

Al terminar la sesión de fotografías y la entrevista, María recoge sus cosas y sale por ese camino que había señalado con las manos, sin desmaquillarse, es decir, con los ojos subrayados, acompañada de otras dos mujeres y abre la puerta, hablando de una próxima entrevista y de un viaje, como si fuera el comienzo del día, por la mañana, en lugar de avanzada la tarde.

En el quicio de la puerta, se gira dándole teatralidad a la vuelta, y sonríe con los ojos, con la boca y con todo el cuerpo, como arqueándolo en un gesto de baile, antes de decir un adiós que suena a celebración y su despedida y nos recuerda un vídeo divertidísimo que circulaba por Instagram hace unos días: “Cuando se cierra una puerta, no se abre una ventana”, decía la cómica, ”si se cierra una puerta, se abre la puerta, porque las puertas están para eso, para abrirlas y cerrarlas”.

Primer estilismo

Traje azul satinado de Pedro del Hierro y joyas de Aristocrazy.

Segundo estilismo

Traje beige de Hoss Intropia, pendientes de aro de PDPAOLA y collares de Singularu.

© 2023 El León de El Español Publicaciones S.A.