Biáng Biáng Bar

Biáng Biáng Bar

Gastronomía

¿Tallarines de dos metros? Este es el local en Madrid donde podrás probarlos

Biáng Biáng Bar es el único restaurante de la capital en proponer este manjar típico, de ancho y largo casi infinitos.

6 noviembre, 2022 01:30

La gastronomía china lleva años imponiéndose por su versatilidad gustativa. Con platos como el zongzi, el triángulo de arroz glutinoso relleno de carne o verduras, el Kung pao o Gong Bao, el pollo picante de Sichúan, conquista por su capacidad de sorprender y sus astutos equilibrios de sabores. Dulce y picante se suelen compenetrar de forma natural.

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En su amplia paleta gastronómica, tienen obligada mención los tallarines. Esta pasta tan característica que solemos imaginar finísima. ¿Pero, si te decimos que existe un manjar típico que incorpora tallarines mucho más largos y anchos de lo habitual? Es el plato principal de Biáng Biáng Bar, un restaurante de street food china, ubicado en el corazón de Madrid, concretamente en el número 8 de la calle Pelayo.

Óscar, cofundador y director de Biáng Biáng Bar

Óscar, cofundador y director de Biáng Biáng Bar

Único en la capital, este local es obra de Óscar, Lei Ling de su nombre de nacimiento. Nacido en China, concretamente en Tsintao, el cofundador del restaurante cumplió un sueño cuando, el 12 de julio de 2019 abrió su restaurante. Con una exquisita formación en Alemania, Bélgica, Estados Unidos, Suecia y Xi’an como bagaje, ha desarrollado un menú repleto de sabores picantes, aromáticos, muy sorprendentes y también con un toque innovador. 

Su propuesta aúna el espíritu chino y español: todos los platos suponen un viaje a la China regional de Xi’an y su comida callejera, pero también a España, a través del empleo de productos más locales como, por ejemplo, el cerdo ibérico.

Detalle de sus tallarines biang biang

Detalle de sus tallarines "biang biang"

Su plato estelar son, lógicamente, los tallarines biáng biáng. Cada tallarín mide entre 1,40 y 2 metros y unos 5 centímetros de ancho. El nombre del tallarín viene de su elaboración: cuando se preparan, se tienden a ir pegando a las superficies. Al pegarse, suena un sonido parecido a "biang biang".

Estos, que además son especialmente escurridizos, se acompañan con diferentes carnes, salsas, verduras y especias, que cabe mezclar pacientemente (con babero recomendado) para disfrutar al máximo de la mezcla de sabores. Diariamente, se elaboran a mano con tan solo tres ingredientes -harina, agua y sal- y se sirven en un bol con una pieza única que mide entre 1,5 metros y 2 metros de largo.

Los entrantes no se quedan, sin embargo, atrás. Destacan la coliflor frita con avellana molida, salsa unagi y mayo picante, que brinda a la verdura un toque crujiente, y las míticas Gyozas caseras con salsa de la casa, rellenas de cerdo, gamba y puerro chino o de calabacín, zanahoria y huevo, para los vegetarianos. El picante vibra en el paladar, sin opacar el resto de sabores, consiguiendo un equilibrio gustativo perfecto. 

Biáng Biáng Bar se distingue también por su capacidad de reinvención, incluso con su manjar estrellar. Dos veces al año -en otoño y en primavera- se cambian varios platos adaptándose a los ingredientes de la temporada. También, de forma puntual, se incorporan platos fuera de carta, por ejemplo, Gyozas Negras de tinta de calamar rellenas de calamar, cerdo y cebollino chino.

Aunque la oferta del restaurante se centre en la parte salada, también cuenta con un postre único: un budín casero de almendras con frutos rojos, azuki y base de galleta de jengibre que finiquita una propuesta a la vez clásica e innovadora. 

Biáng Biáng Bar se ha convertido en una (merecida) referencia gastronómica china, también por su ambiente cálido y luminoso. Su objetivo, basado en dar visibilidad a algunos platos típicos menos conocidos, se ha logrado en apenas cuatro años. Y todo deja pensar que seguirá cumpliendo con creces las expectativas de los sibaritas.