Los Baños de la Reina, con el Peñón de Ifach de fondo.

Los Baños de la Reina, con el Peñón de Ifach de fondo.

Vivir

Bañarte en ruinas del Imperio romano es posible gracias a este idílico lugar en Alicante

Estos baños a los pies del Peñón de Ifach son ideales para tomarse un descanso al sol y en el agua turqueza del mar Mediterráneo.

8 mayo, 2024 06:05
Alicante

Después de pasar por unos días de frío e inestabilidad propios de la primavera, parece que el buen tiempo está viviendo poco a poco para quedarse en Alicante. Unas temperaturas que suben por toda la provincia y que son ideales para empezar a organizar planes al aire libre y, por qué no, para darse un buen chapuzón o relajarse en la playa.

Para ello, nuestra provincia, es el territorio ideal para gozar de un ambiente idóneo para la relajación y para tomar el sol. Y es que además de las múltiples rutas de senderismo que ofrece Alicante, así como sus playas paradisiacas, también existen otros enclaves menos conocidos y perfectos el disfrute de los alicantinos y de los turistas que están de paso por nuestra provincia.

En la localidad de Calpe, existe un lugar tan peculiar como bonito y lleno de historia. El Imperio romano ha dejado en nuestro territorio numerosas bellezas arquitectónicas, cuyos restos todavía se pueden apreciar en la actualidad.

2.000 años después, todavía se pueden contemplar los restos de algunos baños que los romanos construyeron en la zona. Pero es que además de apreciar su belleza desde la distancia, el baño está autorizado en aguas turquesas y poco profundas.

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Antaño, los antiguos colonos romanos utilizaban el mar y la sal como base y su sustento para vivir, dando pie a fluidos intercambios comerciales que se han podido atestiguar. Dicha actividad generó una pequeña población que construyó sus casas sobre las dunas costeras, dando lugar a un urbanismo selectivo y diversificado, como los baños.

El Yacimiento

Ubicado a los pies del Peñón de Ifach, el Yacimiento de los Baños de la Reina consta de tres partes.

Aunque la parte más famosa de este yacimiento es el conocido Baño de la Reina, es importante entender este lugar como un conjunto arquitectónico. A pesar de haberse excavado tan solo el 25% de su superficie, resulta suficiente para contemplar la magnitud de esta villae romana que hace 2.000 años era considerada como un lugar de lujo y uno cuyos mosaicos y perfectos diseños arquitectónicos le posicionan entre los conjuntos más importantes de toda la Hispania romana.

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Durante el s. I-II d. C. se edificaron las primeras viviendas, un pequeño complejo termal conocido como "termas de la Muntanyeta", y un área industrial en el cual destaca la construcción de una singular noria excavada en la roca que abasteció de agua potable al lugar, tal y como lo destaca el Ayuntamiento de Calpe.

A finales del s. III d. C. se erigió una suntuosa villae de patio circular dotada de extraordinario conjunto termal privado. Finalmente, será en el siglo V-VI, cuando se detecten en el lugar, punto clave en la navegación durante la Antigüedad, las huellas de la conversión al culto cristiano con la erección de una modesta iglesia con baptisterio de cruz griega y una necrópolis adyacente.

La primera parte del yacimiento la protagoniza el Vicus romano, unas balsas excavadas en la roca litoral destinadas al abastecimiento de pescado fresco.

El conjunto termal de la Muntanyeta conforma la segunda parte de este yacimiento arqueológico, siendo diversas balsas que antaño servían de termas para la población romana. La primera balsa, conocida como frigidarium, consiste en una natatio de agua fría a la cual se accedía mediante tres escalones.

Junto a ésta, varios hornos eran los responsables de mantener la temperatura adecuada en las salas calientes conocidas como caldarium y templadas tepidarium.

Para conseguir calentar las salas calientes y templadas, los ingenieros romanos se basaron en el uso de suelos huecos elevados sobre columnas de ladrillos y paredes con cámaras de aire, construidas mediante tubos cerámicos que facilitaban la circulación del calor a través de las diferentes estancias y las mantenían caldeadas.

La tercera parte del yacimiento lo constituyen los viveros, un conjunto excavado en la misma costa y que está formado por un gran depósito rectangular de 165 m de superficie total. Su interior estaba subdividido por muros de piedra natural, dando lugar a 6 balsas comunicadas entre sí mediante una apertura en cada una de ellas.

Unas balsas preciosas que todavía se pueden disfrutar en la actualidad y cuyos entornos se pueden aprovechar para vivir un momento de relajación y tranquilidad en el agua del mar Mediterráneo con color turquesa.